Por qué cuidar nuestro intestino?
- Fusión Corporal
- 20 ene 2021
- 2 Min. de lectura
Tanto el cerebro como el intestino, ambos poseen neuronas encargadas de discriminar, separar y elegir lo que sirve de lo que no.
La cifra de neuronas que se encuentran en la red del intestino delgado llega a situarse en nada menos que cien millones. Esta cifra representa, por ejemplo, un número considerablemente mayor que las neuronas de la médula espinal.
El “cerebro de las tripas” es la mayor fábrica responsable de la producción y del almacenamiento de las sustancias químicas conocidas como neurotransmisores, la mayoría
de los cuales son idénticos a los que se encuentran en el sistema nervioso central (SNC), tales como la dopa

mina y la serotonina. Esta última, la serotonina (la famosa hormona de la
felicidad y del bienestar corporal) se produce y se almacena en el intestino. Allí regula por ejemplo los movimientos peristálticos y la transmisión sensorial.
Es decir, que ambas sustancias regulan nuestro ánimo, bienestar emocional y psicológico, pero también nuestra forma de digerir los alimentos.
Recordemos que nuestro intestino puede acumular hasta 8 o 9 kilos de heces...es por eso que debemos mantener limpio nuestro “cerebro de las tripas”, es decir, ir al baño todos los días.
Cada uno de nosotros, de vez en cuando, experimenta ese “sentir con las tripas” ,es un aviso que viene desde muy adentro y aparece en situaciones emocionales intensas o extremas, aparece como sensación de placer, nudo, vacío, cosquilleo o dolor.
Es importante prevenir para que nuestro “cerebro intestinal” no tenga que atraer nuestra atención a gritos con episodios de malestar estomacal, diarrea, espasmos o náuseas.
Por ejemplo, una emoción relacionada con el intestino y también con el hígado, es el enojo, la furia, ese fuego digestivo que solo nos irrita más y no genera absolutamente nada de bienestar y calma en nuestra vida. El enojo es una emoción secundaria, la primaria no es la manifestación...en verdad hay angustia y miedo escondido en el enojo manifestado.
Por eso, nosotros, también tenemos el poder y el derecho de discriminar, separar y elegir, lo que queremos consumir y digerir, de lo que no.
Todo está en nuestra propia voluntad, la voluntad de transformar nuestro estado de vida, de elegir de qué manera queremos alimentarnos, “consumir” y “nutrir” o “desnutrir”, hace referencia, no solo al acto propiamente dicho de comer con la boca, sino también a “alimentarnos”, elegir qué queremos ver, leer, comer, tomar...y con qué tipo de relaciones queremos nutrir nuestra vida. Poner límites y elegir es nuestra más poderosa fuerza vital.
Hábitos para el cuidado de nuestro intestino:
Tomar un vaso de agua con limón en ayunas
Consumir entre 3 o 4 frutas diarias
Evitar el exceso de quesos y harinas
Tomar 2 litros de agua por día
Hacer ejercicio diario ( caminar, correr, ejercicios de torsión para estimular ir al baño )
Ir de cuerpo todos los días
Consumir semillas y frutos secos
Hacer de vez en cuando ayunos
Realizar 3 veces al año una limpieza intestinal ( detox - consultar )
Prestar atención a todo lo que consumimos ( comer, escuchar, ver, leer... )
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